Aún lo recuerdo muy bien.
Ahí estabas tú, sentada, callada, trabajando en no sé qué. Te veías muy tierna.
Me acerqué a ti, contemplé tu bello rostro y lo acaricié.
Sonreíste. De mi boca sólo pudieron salir esas tres palabras: “Estás muy bonita”.
Abracé instintivamente a ese hermoso ser, sentí su calor, y lo hice, lo pregunté.
Aquella pregunta que arruinaría aquel inigualable instante: “¿Estoy soñando?”
Inmediatamente me di cuenta…
Me detuve a observarte nuevamente. No me respondiste nada, sólo sonreías.
Empezaste a desvanecer poco a poco…
Y al final, ahí me encontraba, acostado en esa incomoda cama, abrazando una triste almohada.
Solo y lejos de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario